La última semana de julio de 2009 la pasamos mi compañero y amigo José Carlos Naranjo y yo en Ávila, pintando con el maestro Antonio López. Tuvimos la enorme suerte de ser admitidos en la Cátedra Francisco de Goya de Caja Ávila. La experiencia fue muy enriquecedora, nos cambió la forma de vivir la pintura. Aprendimos a saber que todavía sabemos muy poco y que cuando sepamos más, todavía nos quedarán la mayoría de cosas por aprender. Si esto no fuese así no tendría sentido pintar.

5 comentarios:

  1. Qué razón llevas amigo Jorge, cuanto aprendimos esos días y cuanto nos queda por aprender. Un Abrazo

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  2. Jorge me alegro mucho que hayas podido hacer realidad una de tus grandes ilusiones. Estar al lado del gran Antonio López, enriquecerte de sus conocimientos y escuchar sus consejos.
    Por cierto, me encanta el aire que dan estos nuevos contenidos a tu página, que además nos permite conocerte mejor. Eres un muy buen comunicador.

    Un beso. Auxi

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  3. Gracias, eso lo dices porque eres mi tia y me quieres.

    Jorge

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  4. José Carlos, tú también estás en ese camino, en la senda de los que no se conforman con lo que tienen, en la autopista de los que investigan en las entrañas del alma para llegar a un lugar desconocido. Por eso me das la razón. Tu y yo hablamos el mismo idioma, !y con el mismo acento¡.

    Un abrazo, pintor.

    Jorge

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  5. Hola Jorge: recalo aquí tras visitar tu página donde están tus obras.
    Una anécdota: A finales de los 50 recién llegado a Catalunya contacté en la barriada de Las Corts de Barcelona con un montellanero, que estudiaba pintura en la escuela de Bellas Artes.
    Tras estar aquí unos años, se marchó de nuevo al Sur y ha vivido allá siempre de la pintura. Era un genio de mirada penetrante e irónica. Listísimo, hicimos muy buena amistad y la última vez que lo visité hace unos siete lo localicé en Puerto Serrano. Vivía en una casa de campo en las afueras y fisicamente estaba muy mal. Allá tenía un estudio enorme con bocetos y cuadros por doquier. Era difícil seguir la conversación con él por su estado psiquico más que el físico.
    Era de la familia de " El Trabuco" y vivia de joven en la calle Matahacas.
    Me quedan de él sus enseñanzas de filosofía, arte y nunca olvidaré su manera de hablar y su impresionante mirada...

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